La realidad española no es muy halagüeña que se diga.
Desde el yerno del Rey, al antes deportista Urdangarín, presunto crápula que aprovechó el braguetazo dado para convertirse en un facineroso sinvergüenza, esquilmando allí donde se terciara, hasta Rajoy, que tenía la solución con él, el remedio al mal de la crisis de España, la llave para abrir las puertas al progreso y al desarrollo, todo con el fin de salir elegido en las pasadas elecciones del 20 de noviembre, viene ahora con que no tiene varitas mágicas, que la situación no es fácil y que de lo prometido nada de nada, el aire que se respira más que oxigenar, lo que hace es todo lo contrario, impedir que se respire limpiamente.
El Paro abunda. Y en los organismos donde tantos funcionarios se cuentan, el resultado no parece que sea nada convincente. En esos sitios no se produce nada. En esos sitios, empeñan. Producir lo hace un paisano que siembre una huerta de patatas. Andar con papeles debajo del brazo como en las películas de cine, no hace que nazca el trigo ni que se roturen las tierras.
De modo que, de ir como vamos, algo puede ocurrir en esta España que presupuesta grandes partidas económicas para la Iglesia, para la llamada Casa Real, para los políticos, que tienen unos ingresos disparatados e inmerecidos. Y mantener esas pensiones a los tales políticos, no deja de ser otra arbitrariedad cometida por los tales políticos, que si no son una gangrena en España, poco falta.
Y puesto que el mal que produce la carencia de trabajo es generalizado y España no tiene trazas de encontrar puestos de trabajo para tantos y tantos españoles que necesitan encontrarlo, algo ha de ocurrir. Un día, sin saber cómo, una simple chispa puede encender una gran hoguera.La desesperación de quien no tiene pan, puede originar conflictos.
Desde el yerno del Rey, al antes deportista Urdangarín, presunto crápula que aprovechó el braguetazo dado para convertirse en un facineroso sinvergüenza, esquilmando allí donde se terciara, hasta Rajoy, que tenía la solución con él, el remedio al mal de la crisis de España, la llave para abrir las puertas al progreso y al desarrollo, todo con el fin de salir elegido en las pasadas elecciones del 20 de noviembre, viene ahora con que no tiene varitas mágicas, que la situación no es fácil y que de lo prometido nada de nada, el aire que se respira más que oxigenar, lo que hace es todo lo contrario, impedir que se respire limpiamente.
El Paro abunda. Y en los organismos donde tantos funcionarios se cuentan, el resultado no parece que sea nada convincente. En esos sitios no se produce nada. En esos sitios, empeñan. Producir lo hace un paisano que siembre una huerta de patatas. Andar con papeles debajo del brazo como en las películas de cine, no hace que nazca el trigo ni que se roturen las tierras.
De modo que, de ir como vamos, algo puede ocurrir en esta España que presupuesta grandes partidas económicas para la Iglesia, para la llamada Casa Real, para los políticos, que tienen unos ingresos disparatados e inmerecidos. Y mantener esas pensiones a los tales políticos, no deja de ser otra arbitrariedad cometida por los tales políticos, que si no son una gangrena en España, poco falta.
Y puesto que el mal que produce la carencia de trabajo es generalizado y España no tiene trazas de encontrar puestos de trabajo para tantos y tantos españoles que necesitan encontrarlo, algo ha de ocurrir. Un día, sin saber cómo, una simple chispa puede encender una gran hoguera.La desesperación de quien no tiene pan, puede originar conflictos.
