domingo, 29 de marzo de 2009

CADA VEZ MÁS AFECTADO


?De qué conozco
este prelado...?

Razones de fuerza mayor---trabajo itinerante como conductor, además de un pequeño contratiempo con Tráfico--- me impidieron aportar mis criterios en este blog, más a menudo, que ignoro si alguien accederá a él, por interés o despiste. De todos modos, como lo que hago es por mera satisfacción, tampoco tiene importancia que me lean o dejen de leer. Ya leo yo bastantes disparates escritos por otros. ¿Para qué aportar más?
Y, sin embargo, ahí está lo que ocurre y viene ocurriendo a diario con los líderes del Pepé (al que, a pesar de todo voté alguna vez, solo alguna vez, que ahora ya no), que, cuanto más enfangados se ven, más altivos se muestran.Y cuando don Mariano Rajoy Brey se ve custodiado y de paso hacía el Congreso, hay que morderse para no insultarle: lleva un aire tan marcial, tan altivo--ya lo he dicho,- tan gallardo, tan sonriente, tan engreído y tan fatuo, con paso tan largo y los brazos tan sueltos y moviéndolos tan airosos que parece que se le van a caer, que uno no puede sino pasmarse y verse cada vez más afectado de tanta soberbia e hipocresía.
¿Hipocresía...? ¿Y que decir de doña Esperanza Aguirre, ten peculiar y tan negadora, tan característica y forzada a reír cuando las ganas que le dan es de llorar...? Diga lo que diga, no es trigo limpio en el asunto del espionaje, de las tramas de influencias, del deseo de liderar --como lideresa-- Caja Madrid, a la que tantas ganas tiene de hincarle el diente? Pues se puede decir lo que se quiera, que todo será poco.
¿ Y qué decir de Aznar y de Trillo, y de la Palacio, y de otros que tanto bailan? ¿Que decir de los señores de Levante, Valencia y Castellón , con el presidente de la Diputación al frente, señor Fabra, que con el dinero publico edita un libro lleno de tal cúmulo de falsedades, que si dijera más, ardería Troya...?
Y la alcaldesa valenciana, Rita Barberá, ¿qué? Siempre blasonando de demócrata y haciendo alarde de chulesca posesión gubernativa, por lo cual ni de broma ni de veras quiere anular los
(inmerecidos) honores que le tributaron a Franco, todo por la gracia de Dios...?
Se ve quienes son los del Pepé. Y a qué santo rezan y a qué mesa comen y de qué pie cojean.Así, pues, para ver lo que se ve y escuchar las mismas letanías impulsadas por la Iglesia para encrespar la vida política en España, como siempre hizo y cada vez hace más, mejor me abstengo de componer palabras: la crudeza de los hechos son de tal calibre que sin duda,a la vez que me afectan de modo considerable, no otra cosa que callar debo, que si en honor a la verdad de las mentiras del Pepé fuese a hablar, mis palabras serían excesivamente duras.
Tan duras como fue la vida en España tras la guerra civil, tan cínica como se muestra la Iglesia y tan hipócrita como es la actuación de los líderes del Partido Popular, ciertamente pertenecientes a la más rancia derecha
española.

martes, 3 de marzo de 2009

LA INFLUENCIA DE SANTIAGO

Santiago Matamoros,
iluminado,
que hizo el milagro
impensado de que Rajoy
arrasara en Galicia.

Me encontraba precisamente en Galicia cuando se celebraron las elecciones autonómicas. Tenía que cargar varias toneladas de pescado para el mercado de Madrid, desde donde al otro día debía de salir a las tantas de la madrugada. Galicia, sigue siendo franquista. Y muy religiosa. Hubo quien manifestó públicamente que el PP había arrollado de la forma que lo hizo, gracias a "Santiaguiño", el bon apóstol matamoros, cuya catedral memorística se encuentra en Compostela, así que hay que decir Santiago de Compostela, que no es compóntela como puedas, Santiago, que para eso la influencia del apóstol es grande, un poco menos grande que era la de Francisco Franco Bahamonde, a cuya gloria se nombró al Ferrol como del caudillo: Ferrol del Caudillo. Lo del caudillo se anuló, lógicamente. Y es que ya estaba bien, oiga.
Si no son gallegos, están en Santiago,
que viene a ser lo mismo,y por tanto
no se sabe si van o vienen, si salen o entran

Pero el caso fueron las elecciones celebradas este pasado domingo, 1 de marzo, donde unos y otros no las tenían todas consigo; cada cual deseaba arrollar al otro e incluso el pueblo mantenía ciertas dudas sobre quién saldría ganando. Salió y por mucho, el Partido Popular; tanto que hasta él mismo no se lo creía. De ahí que hubo quien señalase que el milagro había sido por la intervención del santiño Santiaguiño. Y vaya usted a saber, a lo mejor fue eso. Acuérdese del dicho extendido que cuenta del gallego que "el que no la da en vida, la da en muerte"además de que, cuando tiene que contestar algo o a alguien lo hace siempre con una pregunta --¿y por que no, carallo?-- como respuesta, a todo lo cual hay que agregar que el gallego no se sabe si viene o si va, si sube o si baja...por lo cual, cuando estaba en el aire el resultado de las elecciones, como buenos gallegos, de cuyo pueblo está orgulloso don Mariano Rajoy, salieron torcidas y cambiaron el rumbo, dejando como dejaron las cosas :claras y en el suelo. Y lo que resultó, resultó.
Como no podía ser de otro modo,
Rajoy y Feijóo se abrazan.
La victoria, a veces, es caprichosa.

Mariano Rajoy, que estaba pendiente de un hilo, se vio fortalecido y bien sujeto. Salió con aureola y todo de lo feliz que se le veía.Así que,como le aconsejó Feijóo, lo mejor que hace Rajoy es hacer el "camino de Santiago, que purifica el espíritu y la carne, como lo hizo él y por eso ganó y con ello purificó la rara actitud que anidaba en su partido. De todo este tinglado, lo que más me encorajina es que, cuando voy a ruta, al poner la radio, tengo que escuchar lo buenos que son los que ganaron y lo malos que resultan los que perdieron. Y no acabo de escuchar que Rajoy expulsó de su partido a alguno de sus muchos corruptos, que también los tiene y que toma buena nota de los socialistas que sí expulsaron a un alcalde en Andalucía por corrupción. Y mientras no haga eso, a mi me da lo mismo que diga que son muy buenos porque ganaron, si a los que son malos, los siguen albergando y encubriendo, protegiendo y amparando. Así que no hablen tanto, que también tienen porqué callar.