martes, 20 de julio de 2010

LA SEMANA NEGRA DE GIJON, NEGRA.




No hay más que llegar allá y ver que,en efecto, todo lo que se ve es negro. Tal parece que llega uno a un campamento africano. Todo son individuos negros, de pie, sentado, reunidos o aislados. Los espacios previos al recinto ferial --porque todo es una feria, oiga--están acotados por decena y decenas de negros. Y,ante tanta negrura, uno lo mejor que acierta a decir es que "por algo le llaman la semana negra a ésto". Y es así.

Metidos ya en el interior, negro lo encuentra uno para poder ver algo, ir a éste o aquel lugar.O simplemente para poder dar un paso: Es tal la masa de gentes que uno lo ve negro para poder moverse. Y hasta la música, por su volumen, que no calidad, es una cueva de negrura.Y hay que tragarla. O salir de aquella barahúnda.

Pero donde uno se pone negro es ante las ofertas del condumio. De todo, oiga, de todo puede encontrar allí, a medida que va caminado.Del mar y de la tierra. Manjares y más manjares...Lo que pasa es que,algunas veces, no se sabe porqué, ruca uno alguna arenilla, y fastidia, oiga, fastidia que entre un buen trozo de asado se tope con una arena de la playa de Poniente, que no tendría que estar allí, sino formando masa con las demás arenas, en el suelo, o a ras de él...

Y libros, muchos libros, muy variados, con portadas negras la mayoría. Claro, es la Semana Negra de Gijón, al parecer bien subvencionada por el consistorio. Charlas, exposiciones de dibujos, que no me despiertan mucho interés. Prefiero que fueran de Manuel Gago, aquel gran creador de El Guerrero del Antifaz, del Espadachín Enmascarado, de El Pequeño Luchador, "El Misterioso X" "El Corsario sin Rostro" y así, con unos soberbios dibujos, hasta una cincuentena de personajes diversos, alguno de ellos --o todos juntos, en pro de hacer justicia--deberían desembarcar en una editora valenciana, la cual, como si fuera una Barberá cualquiera, esquilmó a Manuel Gago, explotándolo hasta el máximo y, por si fuera poco todo ello, con argucias de leguleyos, quedándose con los derechos de autor y la exclusividad de su obra hasta el final de los días. Aquí si que hay negrura, aquí sí que la hubo. Y las Leyes? ¡Ay, las Leyes...negras son para entenderlas!,y mucho más para asimilarlas y, desde el pueblo, defenderlas.
Negrura, todo es negrura, como la Poesía Negra, nacida como tal en Cuba a impulso a instancia de poeta español, Alfonso Camín, emigrado y seguida más tarde por poetas nativos, como Nicolás Guillén, negro, como Antonio Machín y como Ben Baret, el primer jugador de color negro de fútbol que se contó en la liga española, más o menos allá por el 50 del pasado siglo. Porque los autores de novela negra, ya ven ustedes, no son negros; son blancos.Vienen en tren, son agasajados; se van en tren y siguen siendo agasajados.Y Paco Ignacio Taibo II, artífice del evento de la semana negra para la novela negra, es aplaudido y entrevistado. O sea es hombre de empresa y escritor, de origen asturiano y residente en México, a donde viene y va desde Asturias, por asuntos de la Semana Negra y, se supone, otros asuntos.

En resumen, el imperio de la negrura se va imponiendo a través de la literatura, donde como he visto a la Poesía afrocubana o poesía negroide, una poeta asturiana la trocó,entre bable y castellano, saliéndose de madre, en tergiversadas argumentaciones que nada tenían que ver con la poesía afrocubana o afroantillana. O sea, que lo ha tracamundiado tan pancha y tan ancha. Eso de tracamundiar es eso, cambiar, mezclar, liar, enrevesar, pero en bable.



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