martes, 29 de diciembre de 2009

HAY OTRAS CUEVAS DEL DIABLO



Así es,amigos. Hay otras cuevas del diablo además de esta mía que da título a mi blog,al que accedo de pascuas a ramos debido a mi trabajo de conductor de camiones,en los que transporto,de Asturias a otras regiones, sidra,hierro de la antigua Ensidesa y, otras veces, estructuras metálicas de Ideas en Metal, con lo que tengo que salir más allá de las fronteras de España.
Ropajes de fuerte color
no hacen al cardenal mejor

Precisamente a esas otras cuevas que me refiero son las que se observan -mejor desde fuera de nuestros país que desde dentro-- ocupadas por altos jerarcas de la Iglesia católica, los cuales, como si fueran demonios, entran y salen, increpan y discrepan al Gobierno, al que le cuestionan todo lo que haga y todo lo que diga,mostrándose altivos, como seres intocables, llenos de soberbia porque dicen que son representantes de Dios en la tierra, cuando ellos saben, mejor que nadie, que no son ni representantes ni les asiste ninguna razón, debido ello a que no existe dios que valga y mucho menos ese días que ellos proclaman: infinitamente piadoso, bueno, justo, sabio...hacedor de tierras, mares y cielos, fauna bestial y fauna humana, cuyo trono está "en la corte celestial" y desde donde decide lo que es y ha de ser en este menudo... De tal modo que, según dice la Iglesia, cuando nos toca estirar la pata e irnos para el otro barrio, Dios, si es que se digna aceptarnos en el cielo, a unos pone al lado bueno, que es la derecha y a otros al lado malo, que es la izquierda, o sea, a su diestra o a su siniestra, lo que indica que Dios, que tantas barbaridades ha consentido en su nombre y durante tanto tiempo, no ha tenido arrestos para cortar por lo sano y anular a tantos Judas, Caifás y Pilatos como andan a su alrededor, haciendo de las suyas y tapándose con su sayo celestial...¡Y ya va siendo hora de que Dios, si está ahí, intervenga y ponga las cosas, todas las cosas en su sitio, desde el Vaticano a los palacios de todos los prelados, que no son pocos.!
"Por la verdad y la vida"
y la cara compungida,
sigue la cruz erguida

Tras haber regresado de Alemania después de llevar diez toneladas de sidra asturiana y traer, al regreso, una serie de paneles sobre los que era sujeta una imprenta para el polígono de Tremañes y para la empresa "TremaFirma", resulta que me encuentro que el preboste religioso arzobispo de Madrid Rouco Varela, sigue con las mismas, alegando que la familia ha de ser profundamente cristiana para que España y como España Europa, no sea llevada de los demonios. Que eso ha dicho ayer mismo, lo que corearon los medios de información del estilo de La Razón, de El Mundo, del ABC y de otros de iguales intereses: "Sin familia cristiana, Europa se queda sin hijos", sentenció el cardenal, quien, por sus vaticinios constantes, es peor que Torquemada, ya que todo lo que vaticina es apocalíptico...
Apocalíptico, obra de todos los demonios infernales. Se preocupa mucho el clero español por la familia, pero ellos, todo el clero, sigue manteniendo el celibato a ultranza.Lo que quiere decir que por la familia hace poco. El aborto regulado es, para otro obispo, mucho peor que los campos de exterminio nazis. Seguro, porque en los campos de exterminio nazis no hubo clérigos condenados.

A la vista de los muchos casos de corrupción de menores que se descubren --y a buen seguro que no son todos los casos que se dan--, no se ve que nuestro clero, con el presidente de la Conferencia Episcopal al frente, señor Rouco Varela, levante la voz y clame al cielo por semejantes aberraciones, Ni diga nada porque cuando se descubren tan deleznables casos,la Iglesia no intervenga como debiera intervenir, sino que calla, aguanta y disimula, cambiando de lugar al corruptor, para que siga haciendo de las suyas. En estas aberraciones la Iglesia calla y la Iglesia en tales casos tiene mucho qué decir, pero no lo hace. Lo que hace es meterse en casa ajena e imponer sus leyes y sus doctrinas; si, doctrinas para supeditar a los demás, no para supeditarse ella. Y aquí y en otros incontables casos, la Iglesia es pecadora impenitente. ¿Por qué no reconoce sus delitos? Si lo hiciera, tal vez mereciese más crédito que el que ahora merece.


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