martes, 28 de octubre de 2008

NO HAY ARREGLO QUE VALGA

Vienen blasonando caridad y piedad, pero no lo demuestran. Vienen levantando la voz en contrario porque alguien pretende recuperar los cadáveres tirados en cunetas y sitios similares, argumentando que ya hubo amnistía entre los españoles de distintas creencias, pero es mentira. Y ello así lo único que se demuestra es que, tras lo ocurrido en la Guerra Civil, no cabe arreglo posible.

Los que disfrutaron durante cuarenta años franquistas de gloria y respeto, ahora, tras la tardía llegada de la democracia, protestan e insultan a quienes pretenden honrar a sus muertos, no en la guerra, sino en la represión, que tan dura fue y tan despiadada. Los que dicen, como el historiador asturiano Luis Suárez que el Valle de los Caídos fue para honrar a los dos bandos, mienten. El valle de los Caídos fue levantado por presos republicanos, muchos de los cuales murieron en las obras y malamente, otros, lograron redimir las penas a que fueron condenados.

Extraña, desde un punto de vista neutral, que quienes forman arte y parte de la derecha española, más o menos religiosa, más o menos franquista, se nieguen a condenar el golpe de los militares africanistas y sean, además, los que manifiestan con reiterada contumacia, que eso de la Memoria histórica y la recuperación de los muertos en fosas comunes "es querer abrir la herida que ya estaba cerrada". Esto es, que sí hubo herida,y no curada, sino cerrada en falso. Y que ahora haya quien quiera limpiar la cicatriz que todavía supura, es objeto de censura cuando no de insultos de la peor ralea que puedan darse.

Así no hay arreglo que valga. Todavía existen las dos Españas de Machado. Las dos Españas situadas en vertientes distintas: a una parte, los de siempre, los favorecidos por la fortuna, los ricos, los curas, los poderosos, los uniformados, los señoritos y los explotadores y, de otra, los de siempre también, y que son en este caso, los que perdieron y padecieron las consecuencias no sólo en tiempos de la Guerra Civil, sino con lo que vino detrás, que fue tanto. Además, vivieron siempre supeditados a la voluntad de la Iglesia y al dictado de los poderosos, Por eso nunca pudieron levantar cabeza. Y ahora que se puede un poco, los que originaron la Guerra Civil y los que la defienden hoy como herederos morales, quieren que todo siga igual.

Manuel Fraga, ministro de la dictadura, ha dicho que "barrabasadas las hicieron los dos bandos", olvidándose que, las únicas barrabasadas conocidas fueron cometidas por quienes ganaron la guerra. Los otros, bastante tuvieron con soportar todo lo que les cayó encima. Precisamente cuándo se acuso mayor clamor de injusticias, atropellos e indignidades, por no hablar de muertes, fue tras la guerra, con Franco nombrado Caudillo, con las libertades y los derechos suprimidos, con el arriba España y la euforia de acabar con todo lo que fuese contrario al credo que tales héroes postulaban, por lo cual el ensañamiento y el odio fueron pan cotidiano. Y digo pan cotidiano porque, además , de trabajar largas jornadas, el pan de verdad no existía.

¿De qué hablan y cuentan los historiadores renegados de sus orígenes o de sus primeros credos: Losantos, Píos Moas, Césares Vidales, Vizcaínos Casas y, ahora, según le hemos leído, Luis Suárez, cuyos padres eran liberales republicanos y él, por lo que cuenta, pertenece al Opus Dei y es orgullosamente conservador, y a mucho honra, el cual dice que con Franco todo fue gloria y victoria, paz , pan y justicia, reconciliación entre españoles, creyendo seguramente que todos los españoles estaban a su lado, con él y con el caudillo.

Si no se mintiera tanto y no hubiese tanta estulticia, cabría creer que los que hablan de reconciliación desean de verdad que la haya; pero sus acciones y sus palabras demuestran que no; que siguen con la mentira como bandera . Por lo cual, aunque tengan sus adeptos y sus afines, siempre tendrán en contra a muchos ortos españoles. Y por lo que a mí se refiere, mientras sigan mintiendo, en contra estará siempre. La mentira si es en ellos y en otros como ellos un estandarte, que lo es por lo que dicen y manifiestan, para nosotros no deja de ser un baldón que, ni piadosamente, nos congratula.

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